viernes, 28 de diciembre de 2012

Confessions on a dancefloor

Este es un mundo cruel. Despiadado. Cualquier desliz puede condenarte por siempre al ostracismo, a las miradas de reojo, al desdén de tus congéneres. Es difícil, pero a veces tienes que ocultar lo que realmente sientes, reprimir tus impulsos, disimular para no ser marginado. Así es la vida de una moderna. Al llegar fiestas señaladas, digamos masivas, digamos mainstream, digamos (casualmente) la Nochevieja, mucho más que con ocasión de cualquier reunión social convocada a lo largo del resto del año, cualquiera que pretenda integrarse en un ambiente hipster (sí, sé que hipster y moderna no son lo mismo, pero en este caso me permito la licencia) debe mantener ciertas apariencias.

Vivimos tiempos duros, la reputación es de lo poco que nos queda, una vez deducidos los correspondientes ajustes económicos y sociales, y no es cosa de arruinarla por un quítame allá esos Alt-J. Si quieres conservar intacta esa reputación, te mantendrás alejado de cualquier cosa que pueda alojarse, aunque sea remotamente, en la órbita de Los 40 Principales, y ambientarás tu última velada del año con algo de folk para la cena, en plan tranquilito-buena digestión, para después pasar a algo más movido pero bien tolerado por tu entorno (hipster approved hits). Pero amigo, todos sabemos que te estás aguantando las ganas de ponerte una de la Carrà.

spice up your life

Que no cunda el pánico, para eso se creó la expresión guilty pleasure, para que tú y yo podamos decir, cuando suena un temazo mainstream, que lo bailamos, lo gozamos y lo cantamos (sí, estoy parafraseando el Aserejé) pero que, como tenemos mucho mejor gusto que todo eso, tal goce nos produce una sensación de culpa. Así que solo tienes que relajarte, dejarte llevar y preparar esa playlist que estás deseando preparar para Nochevieja. Aunque primero debes tener en cuenta unas cuantas consideraciones:

1)      Si no te sientes muy seguro, empieza con algo tan mítico que puedas hacerlo pasar, llegado el caso, por una broma. Cuanto más, mejor, y si el tema data de los años de tu adolescencia, puntos extra. Si tus invitados te miran mal, lo podrás arreglar con esta frase: “es que mi ironía no conoce límites”. Una apuesta segura es el Wannabe de las Spice Girls.


2)      De acuerdo, has pasado ese momento, has intercalado tus cositas de Yelle y FM Belfast para calmar los ánimos, y vuelves a la carga. Si tus amigos han superado a las Spice, podrán con algo de Britney. Avanza con cuidado. Un tema que haya conocido sus versiones indie, como Toxic, será suficiente por ahora.


3)     Limpia con algo de Ting Tings, deja caer una de Tame Impala para que se sepa quién eres tú, y luego inténtalo con algo más fuerte, pero potencialmente aceptable por una moderna, como Katy Perry. Algunas de ellas pueden anhelar en secreto esa pretendida frescura teen de instituto californiano, así que algo de Hot ‘N’ Cold no les hará daño.


4)     Después de un tiempo, notarás que cada vez tus elecciones van siendo más aceptadas, y que el volumen de éxitos culturetas a intercalar disminuye. Lo verás en sus caras. Es el momento de decidirte por un genuino temazo adolescente. Call me maybe de Carly Rae Jepsen es LA elección. Si algo falla, recuérdales que es canadiense como Neil Young. No como Justin Bieber, como Neil Young.


5)     Si han podido con eso (y créeme, no solo han podido sino que han disfrutado), puedes cruzar la frontera y seguir en la misma línea, con Taylor Swift y We are never ever getting back together. Sin solución de continuidad. No dejes que pierdan ese espíritu adolescente.


6)     Como alternativa, y solo, repito, solo si ves que el nivel de entusiasmo es suficiente, prueba con una bomba. Party in the USA te elevará a los altares o te hundirá en la miseria. Pero tendrás un colchón: el hecho de que Miley Cyrus encarnara a Hannah Montana te permitirá volver a recurrir a la excusa de la ironía.


7)     No lo habíamos tenido en cuenta, pero otra cosa que juega a tu favor es el nivel de alcohol en sangre de tus invitados, que previsiblemente habrá subido a lo largo de todo este tiempo. A estas alturas, si mis cálculos no fallan, deberían estar en condiciones de disfrutar sin remordimientos con algo como Sexy and I know it, de LMFAO.


8)     De acuerdo, acabas de desbloquear otro nivel. Es ahora o nunca. No pierdas el tiempo con chorradas del estilo de David Guetta, eso sí que es un quiero y no puedo patético. O susto o muerte. O Pitbull o nada. Si lo has hecho bien, ya deberías tenerlos a todos diciendo “one, two, three, four, uno, doh, treh, cuatro”. I know you want me.


9)     SOLO AHORA tienes a tu auditorio preparado para el TEMAZO MÁS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS. De acuerdo, quizá no sea el más grande en términos absolutos, pero en términos relativos de calidad-goce, su rendimiento es inigualable. Ponlo YA: Yo quiero bailar, de Sonia y Selena.


Después de todo esto, deberías haber conseguido que tus amigos, siguiendo tu ejemplo, hayan olvidado sus prejuicios de hipsters y disfrutado de lo más granado de la radiofórmula, como cualquier hijo de vecino. Tal vez al principio hayan intentado manipular tu playlist para pasar las canciones y encontrar el puñetero Magician Remix de I follow rivers, de Lykke Li, pero seguro que se han acabado rindiendo a tu selección. No temas, en el fondo les has hecho un favor. Eso se llama catarsis, y es bueno, bonito y barato.

Si has echado en falta un décimo paso, tranquilo, es una omisión deliberada. El último es solo para ti, por la satisfacción del trabajo bien hecho. Cuando se vayan todos, al cerrar la puerta, disfruta de tu último guilty pleasure y baila como Van Damme con Una vaina loca.

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